viernes, 18 de febrero de 2011

Cambiando Capítulo 1: Cambio de Aires.

La campana, llamando a los estudiantes para la primera hora, resonó a través del instituto, indicando a los estudiantes que entraran al edificio. Los jóvenes, en las zonas cercanas a la entrada, alzaron la cabeza, alegres algunos, otros ya rezongando, pero todos nerviosos.
Empezaba el nuevo curso, lo que significaba nuevas clases, nuevos profesores, y, sobre todo, la posibilidad de que algún nuevo compañero se uniese al grupo. Definitivamente, aquel era un día especial. Un día en el que sería mejor no llegar tarde.
-¡Naminé, vamos! Ya ha sonado la campana.
-Caray, Kairi, lo siento, pero mi despertador no ha sonado esta mañana y…
La chica que respondía al nombre de Naminé suspiró, tratando de disculparse, pero su amiga sonrió, tranquilizadora.
-No importa¡vamos!- la apremió- ¡No quiero llegar tarde en nuestro primer día!
Mientras corrían, salvando los últimos metros hasta la ya vacía entrada, las dos muchachas iban observando su entorno con curiosidad. Todo aquello era nuevo para ambas.
Naminé había vivido en la ciudad hasta los ocho años, edad a la que había tenido que mudarse a causa del trabajo de su padre. La niña había protestado; no quería separarse de su actual hogar ni de su mejor amiga, Kairi Hikari, pero no pudo hacer nada. Se fue, pero aún así mantuvo el contacto con su compañera de clase por cartas y correo electrónico. En aquel momento, ocho años después, regresaba.
En el caso de Kairi, era diferente. No se había movido de residencia, ni tenía por qué haber cambiado de instituto, ya que sus resultados académicos estaban siendo buenos. Su problema consistía en la relación con algunos de sus compañeros. Por eso se estaba tomando tantas molestias: había cambiado un instituto con el que estaba familiarizada y de el que vivía a escasos cinco minutos por uno totalmente nuevo y a media hora de camino… en la otra dirección.
Así se ahorraría encontronazos molestos.
Deteniéndose de golpe, Kairi se dio cuenta de que, una vez cruzada la puerta, no sabía dónde ir. Se paró frente al tablón de anuncios, sin saber muy bien que hacer.
-Esto…Naminé¿tú sabes dónde está el salón de actos?- preguntó, tratando de localizar la ruta a seguir por medio de otros estudiantes.
Cada uno seguía un camino diferente. Imposible sacar nada en claro.
-Acabo… de volver… a Villa Crepúsculo… ¿Cómo quieres que… lo sepa?- fue la entrecortada respuesta de la chica rubia, que, agotada tras la carrera, se recostó contra una pared.
-¿Y ahora qué hacemos?- susurró Kairi, suspirando.
Sin embargo, su respuesta estaba a punto de llegar.
No tuvo ni tiempo para mirar atrás cuando notó que alguien se abalanzaba sobre ella, haciéndola soltar la cartera del colegio.
-¡Hola, hola¿Sois nuevas?- exclamó una voz femenina justo en su oído- ¡Os noto un poco perdidas!
-¡Eh, Selphie! Suelta a la pobre chica- bromeó una nueva voz, esta vez masculina.
Cuando Kairi logró desembarazarse del peso muerto sobre su espalda, pudo al fin ver quién había saltado sobre ella.
Se trataba de una jovencita de cabello corto y marrón que se ondulaba en las puntas de un modo muy curioso, chispeantes ojos verdes y alegre sonrisa. Vestía, al igual que Naminé y ella, el uniforme del centro.
-¿Qué tal? Soy Selphie Tilmitt- se presentó- ¿A que sois nuevas¿Sí, sí?
-Esto, sí…- respondió Kairi, cruzando una mirada con su amiga.
-Nos hemos perdido- intervino Naminé- Bueno, más bien no encontramos el salón de actos y…
-¡Oh, seguro que vais a segundo de secundaria alta, como yo!- la interrumpió Selphie. Cuando Naminé asintió, soltó un gritito- ¡Con la de pocos estudiantes que llegan nuevos este año¡Qué bien!
-Selphie, sería mejor que las acompañemos al salón de actos o van a llegar demasiado tarde.
Kairi sintió el impulso de abrazar al chico que acababa de hablar, a pesar de no conocerlo siquiera. En lugar de eso, decidió girarse para observarlo mejor.
Con su piel morena, su cálida mirada y su rojizo cabello peinado en un tupé, resultaba curioso, pero también simpático. Si llegaba a estar en su clase, sería un buen compañero; seguro.
-¡Oh, supongo que tienes razón!- admitió Selphie sin perder su buen humor. Seguidamente se giró hacia Kairi y Naminé- Este es mi vecino Wakka. Bueno, también es mi amigo. Juega en el equipo de blitzball del instituto¿sabéis?
-Selphie…
-¡Oh, sí! El salón de actos. ¡Seguidme!- indicó, echando a andar.
Los pasillos empezaron a sucederse mientras caminaban, unos iguales a otros como si de un laberinto se tratase. A pesar de esforzarse, Kairi y Naminé eran incapaces de recordar por dónde acababan de pasar.
"Creo que ya puedo darme por perdida" pensó Kairi con pesimismo.
Finalmente, los cuatro nuevos compañeros llegaron frente a una gran puerta entornada.
-Ahora, sin hacer ruido, entramos, y…- comenzó Selphie, abriendo algo más la puerta y desapareciendo tras ella.
Naminé y Kairi volvieron a cruzar miradas, poniendo los ojos en blanco.
-¡Vamos!- las animó Wakka.
Temiendo una posible regañina por parte de los profesores, pero no encontrando otra solución al problema, Kairi avanzó hacia la puerta, abriéndola como había hecho Selphie y entrando al salón. Su respiración se calmó un poco cuando se encontró en la penumbra y a salvo de posibles miradas curiosas. Tras observar a una anciana mujer que parecía estar leyendo un discurso con voz aflautada, corrió a sentarse junto a Selphie en la penúltima fila. Instantáneamente después, llegó una temblorosa Naminé.
-En mi anterior instituto nos hubiesen castigado por esto- musitó, dejándose caer en el asiento junto a Kairi.
-Aquí no, ya ves- respondió Wakka, sentándose junto a ella.
-Eso es… Creo que entienden que el discurso de bienvenida es un auténtico rollo¿no creéis?- susurró Selphie- Por cierto, chicas nuevas, aún no sabemos cómo os llamáis.
-Somos Kairi Hikari y Naminé Omishi- indicó la chica rubia.
-¡Encantada!
Con una sonrisa de agradecimiento hacia su nueva- e hiperactiva- a amiga, Kairi volvió la vista hacia la profesora que leía mientras los alumnos parloteaban entre ellos sin prestar atención alguna. ¿Con cuáles de ellos estaría en clase?
La conversación de Selphie continuó, con algún que otro comentario de Wakka, pero la chica no prestaba atención, ocupada en guardar en su memoria todo lo que la rodeaba.
Empezar de nuevo… sonaba interesante.
Sin embargo, su tranquilidad no duraría demasiado:
De un golpe, la puerta se abrió, causando tal jaleo que incluso la profesora levantó los ojos de su aburrido discurso.
-¡Perdón!- se disculpó un muchacho rubio de cabello cortado a capas y ojos azules- Creo que he abierto demasiado fuerte.
La mujer del discurso comenzó a farfullar algo sobre la juventud de aquellos días mientras tanto Kairi como Naminé se giraban hacia Selphie con una mirada asombrada en los ojos.
-¿Y éste…?
-Tidus- respondió la chica- Los otros son parte de sus amigos.
-¿Otros?- susurró Naminé.
Kairi se giró justo a tiempo de ver entrar a otros tres jóvenes. Uno de ellos era alto, y tanto su pelo blanco como sus ojos entre el azul y el verde llamaban fuertemente la atención. Los otros dos, algo más bajos, parecían tener la misma y delgada constitución. El que estaba más cerca de ella, de cabello rubio oscuro- que parecía desafiar la gravedad- y grandes ojos azules se giró para hablar con el otro, que, saliendo de la penumbra, sonrió a su compañero.
La presión de los dedos de Kairi sobre el reposabrazos aumentó: pelo castaño claro despuntándose en todos los sentidos posibles, brillantes ojos azules que recordaban al mar…
"Es imposible. Maldita sea, no puede ser" pensó.
-Veamos: El alto de pelo blanco es Riku; va a tercer curso.-estaba presentándoselos Selphie a Naminé- Roxas es el rubito, y el tercero es su hermano…
-Sora-completó Kairi, gruñendo luego una maldición- Sora Igarashi.

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